Sentada en mi balcón,
mirando como pasaba aquel avión
me di cuenta que tu amor es mi dulce motivación.
Seguí sentada,
pensando en nuestro amor,
en aquel rincón, en volver a oír tu voz.
Me levanté, salí a buscarte
y en medio de la gente pude retratarte.
En aquel instante no supe cómo reaccionar,
pero te abracé tan fuerte que no me quise despegar.
Los dos nos fuimos agarrados de la mano,
nuestros dedos entrelazados, sonriendo sin descaro.